Cuando el colono se fue, nos perdimos de vista. A fuerza de querer alcanzar a toda costa la luna, hemos renunciado a lo esencial: la generosidad. Brahim, los hombres son como los elefantes. Como den un paso fuera de la manada, van a su ruina. Nos hemos vuelto egoístas. Y hemos cortado las amarras. Creemos que marcamos las distancias con los demás y en realidad vamos a la deriva. Al aislarnos, hemos descuidado nuestros flancos, de modo que cualquier golpe nos sacude de arriba abajo como una estocada. Nos estamos descomponiendo porque hemos elegido maniobrar en solitario. Por mucho que nos desgañitáramos hasta quedarnos sin voz, nadie vendría en nuestra ayuda, pues cada cual escucha solamente su propio canto de sirena.
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A menudo me he preguntado qué habría sido de mí si no me hubiese casado con Mina. Es más que mi esposa, es mi buena estrella personal. Sólo tenerla a mi lado me produce una seguridad increíble. La quiero con locura, pero, en un país donde lo prohibido disputa al harén las palpitaciones del alma, sería mayor locura declarárselo.
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