jueves, 30 de junio de 2011

NOCHES DE BODA - Joaquín Sabina

Dedicado especialmente a Elena y Beatriz, compañeras de risas (muchas) y de lágrimas. Siempre me acuerdo de vosotras cuando escucho esta canción, y no sólo por lo marcado en negrita...   :-)


Para oír: Noches de boda


Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.


Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.
Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.

Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.


 

TENGO UN HONDO DESEO...

Alicia Lardé

¡Tengo un hondo deseo de estar hoy en el campo
por ver cómo se mecen los dorados trigales;
acostarme en la grama y escuchar ese canto
rumoroso, del viento, entre los carrizales!

Sumergirme en las ondas de la fuente armoniosa
y correr como cierva por la verde pradera,
mientras cae la tarde simulando una rosa
que ya mustia se dobla en plena primavera.

Y después ¡oh mi sueño! escuchar de natura,
mientras lenta me duermo, la sonata divina,
y soñar que en tus brazos de infinita ternura
estoy aprisionada como una golondrina.

DE SÓLO IMAGINARME...

Alicia Lardé

De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento...


El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.


Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego...






Alice Lardé de Venturino (San Salvador, 1985-1983) fue una poetisa, científica, pedagoga y compositora salvadoreña. Lo más representativo de su obra se desarrolló en los años 1920.

Fue hija del ingeniero químico Jorge Lardé Bourdon y la profesora Amelia Arthés Echeverría. Sus primeras composiciones las expuso en la revista Espiral. Contrajo matrimonio en 1924 con el sociólogo chileno Agustín Venturino, hecho que la llevó a estar fuera del país durante medio siglo; a pesar de ello, fue colaboradora del periódico Patria desde Buenos Aires.

Su postura de defender los derechos que las mujeres tienen de educarse en cualquier campo, la hizo interesarse por lo científico, lo que le significó la trascendencia como una gran mujer salvadoreña. Perteneció a diversas organizaciones científico-literarias.

El 27 de octubre de 1979 se le adjudicó el título de Mujer de las Américas por la Unión de Mujeres Americanas en New York.

ME RECUERDAS HISTORIAS

María Luisa Mora Alameda

Me recuerdas historias
de junios y cabañas,
de ventanas abiertas hacia el cielo,
de colmenas de infancia y amarillos
encajes en la espuma de septiembre.

Un mundo son tus ojos.
En tus dedos se aloja la ternura
marina de las algas
y en cada abrazo acoges
la orfandad del deseo.

Soles y plenilunios, que en tu pecho
se adentran y florecen,
también tiñen mis sueños con matices
de doradas camelias.

DAME LA MANO, AMOR...

María Luisa Mora Alameda

Dame la mano, amor, que no podemos
descansar todavía.
Tendrás que recorrer conmigo el tiempo;
mira cuánta distancia hasta la nieve,
cuántos copos de tierra
para olvidar los ojos del pasado
y encontrar el mañana
con un beso en la boca.

Ya sé que estás herido;
que te fatiga
atravesar la noche
y tienes miedo
de que, al final,
nos aguarde tan sólo la tristeza.

Ya sé que te rendiste
muchas veces al sol que deshidrata
todos los corazones;
pero yo te he salvado
trayendo un fresco arroyo hasta tus venas.

Si no puedes con todo
te llevaré en los brazos.
Has visto que soy fuerte
y que puedo arrasar todo el abismo.

Mataré los jaguares si se atreven
a acercarse a nosotros.
Antes de que emprendiéramos el viaje
cogí todas las armas
que tú me regalaste
y me mentalicé para la lucha.

Puedo con el desdén de las anémonas,
con la desilusión
de todos los reptiles,
con la envidia mortal del aguacero.
Apóyate en mi hombro.
A mí nada me agota,
ni siquiera la lluvia.

POEMA XXXVIII

Dulce María Loynaz

Si dices una palabra más, me moriré de tu voz; me moriré de tu voz, que ya me está hincando el pecho, que puede traspasaRme el pecho como una aguda, larga y exquisita espada.
Si dices una palabra más con esa voz tuya de acero, de filo y de muerte; con esa voz que es como una cosa tangible que yo podría acariciar, estrujar, morder; si dices una palaba más con esa voz que me pones de punta en el pecho, yo caería atravesada, muerta por una espada invisible, dueña del camino más recto a mi corazón.

POEMA XXXIX

Dulce María Loynaz

Ven, ven ahora, que quizá no sea demasiado tarde todavía.
Ven pronto, que quién sabe si no se ha perdido todo; ven; y si fuera tiempo...
¿Y si la vida quiso esperar un minuto más?...
Ven, por piedad; no escuches al que ha hablado de muerte, no rompas tu cántara vacía, no mires a la sombra que se ha hecho... Cierra los ojos y corre, corre, a ver si puedes llegar más pronto que la noche.

DESEO

Dulce María Loynaz

Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra...


Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne:
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...






Dulce María Loynaz (La Habana, 1902-1997), fue Presidenta de la Academia Cubana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. En 1992 mereció, por su singular obra poética, el Premio Cervantes.

«La poesía cubana actual muestra la variedad de su poder en maestros y jóvenes: Lezama Lima, que ha hecho escuela, y Dulce María Loynaz.»

LA LÁGRIMA

Carilda Oliver Labra

Como agua pequeñita, como aurora
resplandeciendo así sobre la cara,
como un signo de Dios que se secara
para borrar su marca ya incolora;

como un cristal alegre que demora
sobre mi piel su transparencia rara,
como un hilo de mar que me tocara
o un rocío sin fin en cada hora.

Como espejo que siempre me mirara,
como una estrella diluida y clara,
como gota de lluvia no sonora,

como un brillante pálido que amara
este dolor que tapo con la cara
se me cae una lágrima que llora.

COMO GATA BOCA ARRIBA

Gioconda Belli

Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría).

Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.
 

YO, LA QUE TE QUIERE

Gioconda Belli

Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho.
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere.






Gioconda Belli, nacida en Nicaragua en 1948, destaca en las letras hispanoamericanas contemporáneas. Fresca y vitalista, profundamente personal, tiene un estilo que escapa a cualquier corriente o escuela. Erótica, femenina y revolucionaria, su voz sincera es un salto hacia el mundo.
Gioconda Belli ha incursionado en la poesía con cinco libros memorables: Sobre la grama (1974), Línea de fuego (Premio Casa de las Américas, 1978), Truenos y arcoiris (1982), La costilla de Eva (1987) y El ojo de la mujer (1991).

Sobre su poesía, dice José Coronel Urtecho: «Leyendo una vez más a Gioconda Belli, como acostumbro hacerlo, me dan ganas de compararla, o por mejor decir, de ponerla a la par, no sólo de las mejores poetas actuales del mundo, sino de todas las grandes poetas que han existido desde Safo... De las pocas mujeres que han hecho franca y sincera poesía de amor.»

Gioconda Belli

ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO

Carilda Oliver Labra

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.


 


Carilda Oliver Labra (Matanzas, Cuba, 1924) es una poeta fundamental en la Literatura Hispanoamericana actual. En 1950 ganó el Premio Nacional de Literatura cubano, y desde entonces su poesía ha sido ampliamente difundida y reconocida con numerosas distinciones y premios.

Su poesía está llena de amor desesperado, de un desamor erotizado, pero repleto de imágenes deslumbrantes, dentro de una sentimental cotidianeidad.