Me recuerdas historias
de junios y cabañas,
de ventanas abiertas hacia el cielo,
de colmenas de infancia y amarillos
encajes en la espuma de septiembre.
Un mundo son tus ojos.
En tus dedos se aloja la ternura
marina de las algas
y en cada abrazo acoges
la orfandad del deseo.
Soles y plenilunios, que en tu pecho
se adentran y florecen,
también tiñen mis sueños con matices
de doradas camelias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario