La intuición ha llevado a Keira hasta el valle del Omo, en Etiopía, donde dirige unas excavaciones arqueológicas cuyo fin es buscar pistas sobre el hombre cero, el esqueleto más antiguo que se pueda emparentar con el ser humano. A esa búsqueda ha consagrado largos años de estudio, pero cuando más cerca parecía estar, una tormenta de arena obliga a suspender la expedición. En su regreso a Europa, lo único que se lleva consigo es el recuerdo del pequeño Harry, un niño africano con el que creó un vínculo muy especial, y la pequeña piedra pulida que éste le regaló, que lleva a modo de collar, como el más entrañable de los tesoros.
Muy lejos de allí, en el desierto chileno de Atacama, Adrian, un astrofísico inglés de origen griego, persigue el sueño de su vida: encontrar indicios de la estrella original, el primer cuerpo celeste del universo. Sin embargo, tampoco su misión tiene éxito, y Adrian se ve obligado a volver a Londres y proseguir con la rutinaria docencia en la Academia de Ciencias.
El destino decide reunir a Keira y Adrian, quienes llevaban quince años sin saber el uno del otro. Juntos descubrirán que el objeto que ella lleva colgado del cuello no es una piedra cualquiera, sino que atesora unas extraordinarias cualidades que escapan a todo entendimiento. Pero pronto sabrán que no son los únicos interesados en el objeto. A medida que conozcan las auténticas dimensiones de aquello a lo que se enfrentan, se irá estrechando también el lazo que se ha creado entre ellos.
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